—Estás bien, españolito —dijo— estás muy bien. —Gracias. Falcó se arrodilló y le introdujo los dedos en el sexo. Ella sonreía. —Dime puta. —Puta. Se intensificó la sonrisa obscena. —Ahora dime puerca. —Puerca. Quiso tumbarla de espaldas en la alfombra pero se le escabulló, riendo. Después se dio la vuelta, poniéndose a cuatro patas. Los senos germánicos colgaban grandes y pesados. Sólo faltaba música de Wagner. —Házmelo por detrás —ordenó ella.
Bonito tema.
ResponderEliminarCómo somos ,siempre queremos mas . Aún siendo conscientes de que no deberíamos.
No importa ,no? El tiempo nos da en el morro ,diciéndonos ,que da igual que queramos mas ,tenemos lo que tenemos y punto .
Aunque , pensándolo. Seguiré intentando ,quiero mas.
Yo quieeeeerooooo massssss.
Canto contigo Coque.