—Estás bien, españolito —dijo— estás muy bien. —Gracias. Falcó se arrodilló y le introdujo los dedos en el sexo. Ella sonreía. —Dime puta. —Puta. Se intensificó la sonrisa obscena. —Ahora dime puerca. —Puerca. Quiso tumbarla de espaldas en la alfombra pero se le escabulló, riendo. Después se dio la vuelta, poniéndose a cuatro patas. Los senos germánicos colgaban grandes y pesados. Sólo faltaba música de Wagner. —Házmelo por detrás —ordenó ella.
Hay lugares que solo visitas fugazmente.Muy fugazmente.
ResponderEliminarAún así , con solo ese poquito tiempo ,dejan tanta impregnación que no hay quien te quite el ansia , de la cabeza y del cuerpo, de querer volver a ese lugar.
Espero se cumpla tu deseo de volver.
Cielos, anónimo. Me recuerdas a una nota de Facebook de mi estimada amiga Maramgo, de la que estaba pensando hacer una entrada:
ResponderEliminarVide
De Maramgo · Lunes, 29 de noviembre de 2010
¿Puede echarse de menos algo que nunca ha sido tuyo?
Será que, aunque por unos segundos, minutos, horas,
sí lo fue.
Intensamente.