—Estás bien, españolito —dijo— estás muy bien. —Gracias. Falcó se arrodilló y le introdujo los dedos en el sexo. Ella sonreía. —Dime puta. —Puta. Se intensificó la sonrisa obscena. —Ahora dime puerca. —Puerca. Quiso tumbarla de espaldas en la alfombra pero se le escabulló, riendo. Después se dio la vuelta, poniéndose a cuatro patas. Los senos germánicos colgaban grandes y pesados. Sólo faltaba música de Wagner. —Házmelo por detrás —ordenó ella.
Precioso paseo :)
ResponderEliminarTodo?
Estimado Anónimo:
ResponderEliminarUna gota de agua deja marca en la roca que cae. Tanto es así, que si la gota cae constantemente, horada la roca.
Saludos.