. . . La niña, rosa y negra, moría en carne viva. Todo le lastimaba. El roce de los besos, el roce de los ojos, el aire alegre y bello: -"Mare, me jeché arena zobre la quemaúra. Te yamé, te yamé dejde er camino...! Nunca ejtubo ejto tan zolo! Laj yama me comían, mare, y yo te yamaba, y tú nunca benía!" . . . Juan Ramón Jiménez