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La mujer mala. Petrus Alfonsi - Disciplina Clericalis


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Un filósofo dijo a su hijo: " Tú puedes seguir a un escorpión y a un dragón, pero no sigas a una mujer mala". Otro filósofo: "Ruega a Dios que te libere del dominio de las mujeres malas, y cuídate para no dejarte agarrar". Se cuenta de no sé qué filósofo, quien, pasando por un lugar donde un pajarero había tendido sus redes para atrapar pájaros, vio a una mujer divirtiéndose con él. Le dijo: "Tú que tratas de atrapar pájaros, ten cuidado de no convertirte en un pajarito preso en los hilos de esta mujer". Un discípulo dijo a su maestro: "He leído que en sus obras los filósofos recomiendan al hombre de cuidarse de las malicias de una mujer perversa. Y Salomón en sus Proverbios, dijo la misma cosa. Pero si tú tienes en la memoria alguna fábula o algún proverbio sobre esta maldad, quisiera que me instruyas contándomelo". Y el maestro dijo: "Con mucho gusto. Yo temo, si es que ciertas personas no vienen a leer con un espíritu un poco simple los poemas que hemos escrito sobre la astucia de las mujeres para corregirlas y de instruirte, tú como otros, al explicar cómo algunas entre ellas a espaldas de sus maridos, hacen venir a sus amantes, los besan y los abrazan cuando han llegado, diciendo lo que sus deseos exigen de ellos, algunos lectores no crean que haremos doblar su maldad contra nosotros". El discípulo: "No creas eso, maestro, pues Salomón en el libro de los Proverbios  y también muchos otros sabios han escrito semejantes detalles para corregir la conducta de las mujeres, y no han sido culpados, sino felicitados. Entonces tú, escribiendo sobre ellas para venir a nuestra ayuda, no será la culpa pero una corona que vas a merecer.".

Ejemplo IX: el vendimiador
Entonces el maestro dijo: " Un hombre partió para vendimiar en su viña. Viendo eso, su mujer comprendió que quedaría bastante tiempo en su viña : ella mandó entonces un mensajero a avisar a su amigo y ella preparó una buena comida. Pero he aquí que el amo, herido en un ojo por una rama de la viña, volvió rápido, pues no veía nada con su ojo herido; cuando llegó al umbral de su casa, tocó a la puerta. Cuando se dio cuenta, la esposa, enloquecida, escondió en un rincón al amigo que había hecho venir y corrió luego a abrir la puerta a su marido. Al entrar, éste, muy preocupado por su ojo que lo hacía sufrir, ordenó que le prepararan el cuarto y le hicieran la cama, para que pudiera descansar. Pero la mujer tuvo miedo que al entrar al cuarto éste pudiera ver al amigo que ella había escondido. Ella le dijo pues a su marido: " Porqué estás tan apurado para acostarte? Dime primero lo que te ha pasado". Y éste le contó como todo había pasado. "Entonces déjame, dijo ella, mi marido querido, darle vigor al ojo que no está enfermo, con una medicina mágica, para que no le pase a tu ojo sano lo que me pasó por tu ojo herido, pues el mal que te pasa nos golpea a los dos". Ella puso entonces su boca sobre el ojo intacto y lo calentó con besos hasta que su amigo hubo salido de su escondite escapando de la mirada del marido. Luego ella se enderezó y dijo: "Ahora, mi esposo querido, estoy segura que nada pasará a este ojo como pasó al otro. Entonces puedes, si tienes ganas, meterte en la cama." El discípulo le dijo entonces al maestro: "Tú me has instruido bien, y lo que me has contado sobre sus estratagemas, lo he confiado a mi espíritu sediento y deseoso de saber; lo que acabo de aprender, no lo quiero cambiar por todas las riquezas de los Árabes. Pero, te ruego, enséñanos como podemos conducirnos en el futuro. "Lo voy a hacer," dijo el maestro.
Ejemplo X : el cubre-cama
"Es la historia de un hombre que al salir de viaje, le pidió a su suegra de cuidar a su mujer. Ahora bien, su esposa se encaprichó con otro y lo confió a su madre. Ésta, convencida por su hija, se declaró a favor de su amor, e invitó al galán y lo hizo comer con su hija. Durante la comida el marido volvió y tocó a la puerta. La mujer se levantó, escondió al galán y luego abrió la puerta a su marido. Éste entró y pidió que se le preparara la cama : quería descansar, porque estaba cansado. La mujer, perdida, se preguntó qué haría. Viendo eso, su madre le dijo: "No te ocupes, hija mía, de preparar la cama, antes de que le hayamos mostrado a tu marido el cubre-cama que hemos hecho. Y la vieja sacó el cubre-cama, lo extendió todo lo que pudo teniéndolo por una esquina y dio la otra a su hija. Así, gracias a ese cubre-cama desplegado, el marido fue burlado, hasta que el amante que estaba escondido pudo salir. Entonces a madre dijo a su hija: "Extiende el cubre-cama sobre la cama de tu marido, pues ha sido tejido por tus manos y las mías", Y el marido dijo: "Entonces, tú, madre, eres capaz de hacer semejante cubre-cama?".Y ella: "Hijo mío, ya he fabricado muchos de esta especie". Entonces el discípulo agregó: "Vengo de oír una cosa maravillosa; pero quisiera que me instruyeras más aun; pues cuanto más comprendo su habilidad más ejerzo mi propia salvaguardia". El maestro respondió: " Te voy a contar una tercera historia, y estos ejemplos bastarán para tu instrucción". El discípulo dijo entonces: "Como gustes".
Ejemplo XI : la espada
Se ha relatado también, dijo el maestro, que un hombre que se iba de viaje, confió a su suegra el cuidado de su esposa. Pero la mujer se enamoró en secreto de un joven y se lo dijo en seguida a su madre. Ésta consintió a ese amor e invitó al joven a la comida que había preparado. Mientras comían el amo de la casa vino de improviso y tocó a la puerta. La esposa se levantó y fue a abrir a su esposo. Pero la madre, que quedó con el amante de su hija, al no tener escondite para disimularlo, se preguntaba qué debía hacer. Mientras que la hija abría la puerta a su marido, la vieja tomó una espada desenvainada, se la dio al amante y le dijo de ponerse cerca de la puerta, la espada desnuda, cuando el marido de su hija entrara, y, si el marido preguntara algo, de no contestarle nada. Abierta la puerta, cuando el marido lo vio así plantado allí, se paró y dijo: "Ea,! Tú! Quién eres?" Como el otro no respondía, el marido, después de un momento de estupefacción, empozó a tener miedo. La vieja gritó entonces desde adentro: "Cállate, mi yerno, que nadie te oiga! Entonces, sorprendido, él dijo: "Qué hay, querida Señora?" Entonces, ésta: "Mi hijo, tres hombres llegaron aquí, persiguiendo al que ves allí : nosotros le abrimos la puerta y le permitimos entrar con su espada, hasta que aquellos que querían matarlo se hubieran ido. Entonces, pensando que tú eras uno de los perseguidores, por terror no te ha contestado". Y el marido dijo: "Puedes sentirte bien por haberlo salvado de la muerte". Entró, invitó al amante de su esposa y lo hizo sentar a su lado. Luego, después de haberlo tranquilizado con palabras alentadoras, lo dejó salir a la noche". El discípulo: "Has dicho cosas admirables; y ahora estoy aún más estupefacto de su audacia desvergonzada. Quisiera, sin embargo, si eso no te aburre demasiado, que aún me hables de sus estratagemas. Pues cuanto más me digas, más me habrás ayudado". Entonces, el maestro: "Eso no te alcanza? Te he dado tres ejemplos y tú no terminas de pedir más". El discípulo: "Al darme tres ejemplos, tú habrás aumentado el número de ejemplos, pero tú has hecho entender solo pocas palabras. Da pues uno que llene mis orejas de un largo desfile de palabras, y eso me bastará". El maestro: "Ten cuidado que no se produzca entre nosotros lo que se produjo entre un rey y su narrador de cuentos". El discípulo: "Ah! Querido maestro, qué se produjo? El maestro:
Ejemplo XII : el rey y su narrador de cuentos .
"Un rey tenía un narrador que tenía la costumbre de contar cada noche cinco historias. Llegó una noche que el rey no pudo dormirse y pidió escuchar algunos cuentos más. El le contó entonces tres cuentos más, pero breves. El rey pidió aún más. Pero el narrador se negó: le pareció, en efecto, que ya había contado mucho. Entonces el rey dijo: "Me has contado muchas historias, pero eran muy breves. Yo quisiera que me contaras uno que tenga muchas palabras y entonces te dejaré ir a dormir". El narrador aceptó y comenzó así: "Había un paisano que poseía mil monedas. Éste partió para una feria donde compró dos mil ovejas, a seis denarios cada una. Hete aquí que, mientras volvía, se produjo una enorme inundación. Al no poder pasar por el puente ni vadeando, muy preocupado, se puso a buscar a alguien quien pudiera ayudarlo a pasar a sus ovejas. Encontró finalmente un pequeño esquife, en el que cabían con él solo dos ovejas. Pero, obligado por la necesidad, metió dos ovejas y pasó con ellas." Al llegar ahí el narrador se durmió. Pero el rey lo despertó y le ordenó terminar el cuento que había empezado. Entonces, el narrador dijo: "Se trata de un rió muy grande, la embarcación es muy pequeña y el rebaño innombrable. Deja pues que el paisano pase a todas sus ovejas y cuando termine contaré la historia que he comenzado". Y así el narrador calmó al rey ansioso por oír historias largas. Si insistes, pues, que yo agregue otras historias a las que ya te conté, me esforzaré de ajustar mi conducta a este ejemplo". Entonces el discípulo: "Está dicho en los antiguos proverbios que el dolor no es igual para aquel que llora por los objetos, que para el que llora por el dolor que siente. El narrador no amaba a su rey como tú me amas. Con sus cuentos quería darle placer de alguna manera, mientras que tú no es lo que buscas para el discípulo que yo soy. Es por lo que te suplico no interrumpir la historia empezada: continúa cuidadosamente a revelar las maquinaciones de las mujeres".
Ejemplo XIII : la perra que lloraba
El maestro: "Se cuenta que un hombre de alta nobleza tenía una esposa muy casta y de gran belleza. Hete aquí que sus ansias de devoción lo llevaron a Roma; pero no quiso confiar su esposa a otro guardián que no fuera ella misma, confiando en su casta conducta y su sentido del honor. Después de reclutar una escolta, se fue. En cuanto a su esposa, ella continuó a llevar una vida de castidad y prudencia. Pero un día, llevada por la necesidad, ella debió salir para ir a ver a una vecina; luego volvió a su casa. Un hombre joven que la había visto comenzó a arder de amor por ella y le envió un gran número de mensajeros, pues él deseaba ser amado por ella de un amor igual a su propio ardor. Pero ella los desdeñó y menospreció totalmente. El joven, sintiéndose así desdeñado, sufrió de tal manera que fue agobiado por una grave enfermedad. Iba a menudo al lugar donde había visto salir a la dama, pues deseaba reencontrarla, pero en vano.: no obtuvo ningún resultado. Como lloraba, anonadado por el dolor, una vieja, vestida de monja, lo enfrentó y le preguntó por qué razón él estaba tan agobiado por el dolor. Pero el joven no quería revelar el secreto de su conciencia. Entonces la vieja le dijo: "Cuanto más se demora en confiar su enfermedad al médico, más se es agobiado por esa enfermedad". Habiendo entendido eso, él le contó con detalles lo que le había pasado y le reveló su secreto. Entonces la vieja: "Por lo que me has dicho, con la ayuda de Dios, encontraré un remedio". Ella lo dejó y se fue a su casa. Luego obligó a ayunar durante dos días a una perrita que tenía consigo, y al tercer día, cuando ésta estaba famélica, le dio un pan con mostaza.  Cuando lo comió, a causa de la mostaza, sus ojos se pusieron a llorar. Después de eso la vieja fue a lo de la dama de gran virtud de la que estaba enamorado el joven. Fue recibida con honores, por su hábito religioso; la seguía la perrita. Cuando la dama vio las lágrimas de la perrita, preguntó qué tenía y porqué lloraba. Entonces la vieja: "Querida amiga, no preguntes lo que es: se trata de un dolor tan grande que no lo puedo decir". Pero la mujer insistía para que respondiera. Entonces la vieja : "Esta pequeña perra que ves era una joven, casta y bella. Un hombre joven se enamoró de ella; pero ella era tan casta que desdeñaba y menospreciaba su amor. Este se puso tan doliente que fue afectado por una grave enfermedad. Y, por esta falta, la joven, desgraciadamente fue transformada en perra". Después de decir esto, como bajo el efecto de un gran dolor, la vieja estalló en sollozos. Entonces la dama dijo : "Y yo, querida señora, que tengo en la conciencia semejante pecado, qué debo hacer? En efecto, un joven se enamoró de mí, pero por castidad lo he desdeñado y le ha ocurrido la misma desgracia". Entonces la vieja: "Te recomiendo, querida amiga, que tengas piedad de él cuanto antes y de hacer lo que te pide: así no serás transformada en perra. Si yo hubiera sabido del amor del joven por mi hija, jamás ella estaría tan cambiada.". Entonces la dama noble dijo: "Te ruego, dame un consejo útil para mi caso, para que no me vea privada de mi belleza y transformada en perra".La vieja: "Con mucho gusto, por el amor a Dios y la salud de mi alma; como te tengo lástima, voy a buscar al joven y si lo puedo encontrar, lo conduciré a tu lado". La mujer le agradeció. Y así la vieja astuta mantuvo su palabra, trajo al joven prometido y unió uno al otro." El discípulo al maestro:"Yo nunca oí algo tan asombroso y pienso que se trata allí de la acción del diablo". Y el maestro dijo: "No lo dudes". El discípulo:"Espero que si un hombre es bastante sabio para pensar con miedo que siempre podrá ser engañado por una mujer, será tal vez capaz de cuidarse de su habilidad. ". El maestro:"He oído hablar de un hombre que se había esforzado mucho para cuidar a su mujer, pero no le sirvió para nada". El discípulo:"Maestro, dime qué ha hecho , para que, si me caso con una mujer, sepa cuidarla mejor".
Ejemplo XIV : el pozo
El maestro: "Había un joven que había consagrado toda su actividad, toda su inteligencia y todo su tiempo a estudiar las artimañas de la mujer y, después de eso, quiso casarse. Pero decidió primero aconsejarse y fue a buscar al hombre más sabio de la región.; le preguntó cómo podría cuidar a la mujer con la que se casaría. El sabio al oír eso , le aconsejó construir una casa de piedra con muros altos, de instalar a su mujer, de darle de comer lo suficiente, pero sin ropas inútiles; de que la casa tuviera una sola puerta y una sola ventana (para que la mujer tuviera un poco de vista) pero alta, e instalada de tal manera que nadie pudiera salir ni entrar por allí. El joven, después de haber escuchado al sabio, hizo como éste le había aconsejado. De mañana, cuando salía de la casa, el joven marido cerraba firmemente la puerta, y hacía lo mismo cuando volvía; cuando dormía, escondía debajo de la almohada las llaves de la casa. Y eso duró bastante tiempo. Pero un día, mientras que el marido atendía sus asuntos, la mujer, como de costumbre, subió a su ventana y miró a los que iban y venían. Ese día, desde su ventana , ella vio un hombre joven muy agradable de aspecto y de cara. Al verlo ella ardió en el acto de amor por él. Ardiendo por ese amor , pero vigilada como estaba, comenzó a preguntarse cómo y por qué estratagema podría hablar al que ella amaba. Con mucho buen sentido y muy astuta, ella se dijo que robaría las llaves de su marido mientras que él dormía. Y eso es lo que hizo. Se acostumbró entonces de emborrachar a su marido con vino cada noche, para poder salir libremente y satisfacer su deseo con su amigo. Pero su marido, habiendo aprendido con la enseñanza de los filósofos que no había ningún acto de las mujeres exento de engaños, comenzó a preguntase qué tramaba su mujer con esas libaciones diarias. Para darse cuenta, fingió estar borracho. La mujer no se dio cuenta y, de noche, salió de su cama, fue a la puerta de la casa, abrió y salió al encuentro de su amante. Entonces el marido se levantó despacio en el silencio de la noche, fue a la puerta y la cerró y echó el cerrojo, después subió a la ventana y esperó allí hasta el momento en que vio volver a su mujer, vestida solamente con una camisa. Esta, al querer entrar, encontró la puerta cerrada; quedó muy contrariada, pero a pesar de eso tocó a la puerta. El marido, cuando la vio y escuchó, hizo como si no la reconociera y preguntó quién era. Entonces ella pidió perdón por su falta y prometió que no volvería a hacerlo; pero fue en vano y su marido furioso dijo que no la dejaría entrar a la casa y la acusaría ante sus padres. Ella se puso a gritar cada vez más fuerte y a decir que si él no le abría la puerta de la casa, ella se tiraría al pozo que estaba delante de la puerta y terminaría con su vida : así, él tendría que rendir cuentas de su muerte a sus amigos y a sus próximos. El marido desdeñó estas amenazas y no le permitió entrar a la casa. Pero la mujer, llena de artimañas y astucia, tomó una piedra y la tiró al pozo: ella pensaba que su marido, al oír el ruido de la caída de la piedra al pozo, creería que ella se había tirado al pozo. Después de eso, ella se escondió detrás del pozo. El marido, ingenuo e imprudente, habiendo oído el ruido de la piedra cayendo al pozo, salió en seguida de la casa y corrió rápidamente al pozo, pensando que el ruido que había oído era la caída de su mujer. Pero la mujer, al ver la puerta abierta, y siempre llena de astucia, entró a la casa, cerró la puerta y subió a la ventana. El marido, viendo que había sido burlado, dijo:"Oh! Mujer tramposa, y repleta de las artimañas del diablo, déjame entrar y yo te perdonaré todo lo que me has hecho afuera!" Pero ésta lo insultó y se puso a jurar que hiciera lo que hiciera y que él prometiera, no entraría en la casa: "Yo mostraré a mis padres lo que tú eres y lo que es tu crimen, pues tú tienes la costumbre, cada noche dejarme furtivo e ir a lo de las prostitutas". Y fue lo que ella hizo. Entonces los padres, oyendo eso y creyendo que era cierto, culparon al marido. Así fue como esta mujer, habiendo evitado por su astucia el castigo que merecía, se lo achacó a su marido. Para éste, el hecho de haber cuidado a su mujer no sirvió de nada y mismo le causó daño: en efecto, para colmo de males, mucha gente creyó que él tenía muy merecido lo que le pasó. Fue por eso que se encontró privado de sus bienes, despojado de sus títulos de honor, deshonorado y, por la calumnia de su mujer, soportó el castigo de los adúlteros." El discípulo:"No hay persona que se pueda defender de la habilidad de las mujeres, salvo el que Dios guarde, y esta historia es para mí un aliciente para no tomar mujer".

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